lunes, 16 de junio de 2014

DEPENDENCIA, INDEPENDENCIA Y INTERDEPENDENCIA

Al empezar nuestra vida, la dependencia que tenemos respecto a los demás es total, en todos los aspectos, desde la alimentación y el sustento a las necesidades más básicas. Esta situación, poco a poco, va evolucionando hacia una búsqueda de mayor independencia, buscando nuestra realidad propia, construyendo nuestro YO diferenciado del de los demás, situación que llega a su punto más álgido en la adolescencia. Pero al llegar a la edad adulta, poco a poco, vamos necesitando construir relaciones efectivas y productivas con los demás, en lo que llamamos una búsqueda de la interdependencia, que nos realizará plenamente.
No obstante, el grado al que lleguemos depende de cada uno. Mientras que hay personas que se quedan o retornan a grados de dependencia tales que necesitan de otras personas para conseguir sus objetivos, hay personas que los consiguen gracias a su propio esfuerzo, sin contar apenas con los demás, mientras un tercer grupo son interdependientes y combinan sus esfuerzos para lograr objetivos superiores a los que lograrían sumando sus esfuerzos individuales. Y el grado en que nos encontremos tiene poco que ver con las circunstancias. Así, incluso en las mejores circunstancias, a menudo persisten la inmadurez y la dependencia.
Obviamente, para conseguir un alto rendimiento en equipos de trabajo, debemos fomentar la interdependencia de modo que sus miembros sean capaces de colaborar y lograr objetivos sumando sus esfuerzos, mucho mas allá de sus capacidades individuales. El concepto de interdependencia supone un estadio de mayor madurez respecto a la dependencia y la independencia. Pero estos estadios son evolutivos y consecutivos. Así, solo las personas independientes podrán ser interdependientes. No se puede pasar de la dependencia a la interdependencia. Podríamos decir que primero debemos tomar consciencia de nosotros mismos, de nuestros potenciales y limitaciones, para luego poder tratar de comprender efectivamente a los demás y crear entornos de colaboración eficaces y productivos.


jueves, 12 de junio de 2014

LA APTITUD EMOCIONAL

La aptitud emocional es una de las piedras angulares de la inteligencia emocional. Y uno de los principales componentes de la aptitud emocional es la confianza., Pocas cosas que tengan más importancia que la confianza para conseguir un liderazgo eficaz, convirtiéndose en un factor clave de la competitividad de empresas y países (solo hay que ver las crisis de las primas de riesgo en los países del sur de Europa y donde nos llevó la crisis de confianza en Grecia, Portugal, Italia o España)

Pero ¿que es la confianza?, ¿como la podríamos definir? Sin duda es mucho más que una buena opinión o actitud. Es una fuerza emocional que se debemos movilizar y trabajar. Y como siempre, es importante empezar a trabajar en nosotros mismos antes de experimentar con los demás. Si somos capaces de tener confianza en nosotros mismos, la podremos poner en los demás y, a nos podremos ser dignos de recibir la suya. Aquí cobra especial importancia la noción de “Cuenta bancaria Emocional” que menciona Covey, de la que hablaremos en otras entradas. La confianza se pude convertir así en la base que cimiente nuestras relaciones y facilite un diálogo franco y una colaboración entre las personas que será clave del éxito de cualquier estructura profesional, empresarial o de cualquier otro tipo. Por el contrario, la falta de confianza nos hará dedicar una gran cantidad de recursos inútiles  en salvaguardar, inspeccionar, dudar, verificar y medir cosas, en lugar de dedicarnos al trabajo creativo y cooperativo y que genere valor añadido.

La confianza que infunden y reciben las personas, equipos y organizaciones, se construye sobre la base de la sinceridad, la honradez, la credibilidad y el ejemplo. Así la confianza en los negocios depende sobre todo del contacto emocional entre las personas. Y el trabajar la confianza, profundizar en ella y extenderla a todos los ámbitos es lo que facilitare que no trabajemos solos sino como autentica organización eficiente y productiva. Si nuestra disponibilidad y atención a los otros son sinceras, fomentaremos esta confianza en nuestro equipo, siendo una facultad esencial de  los líderes con alto rendimiento. Y sin esta confianza se crea una incesante corriente de resentimientos, que transforman las relaciones en situaciones tensas y poco productivas.

lunes, 9 de junio de 2014

FACTORES INTELECTUALES Y EMOCIONALES


Si hoy nos preguntamos cuales son los factores determinantes del éxito de una persona, su inteligencia racional no seria mas que un componente. Pero está claro que la inteligencia es mucho mas que esta capacidad de raciocinio. Somos seres sociales, que estamos dentro de una comunidad, y existen otros factores importantes que determinan su éxito o fracaso a la hora de afrontar las situaciones complejas de la vida. Entre estos encontramos

Reconocer las propias emociones. Poder hacer una apreciación y dar nombre a las propias emociones es uno de los pilares de la inteligencia emocional, en el que se fundamentan la mayoría de las otras cualidades emocionales. Solo quien sabe por que se siente y como se siente puede manejar de forma correcta sus emociones, moderarlas y ordenarlas de manera consciente, sirviendo éstas de estímulo en lugar de freno para conseguir sus objetivos.

Saber manejar las propias emociones. Emociones como el miedo, la ira o la tristeza son mecanismos de supervivencia que forman parte de nuestro bagaje básico emocional. No podemos elegir nuestras emociones. No se pueden simplemente desconectar o evitar. Pero está en nuestro poder conducir nuestras reacciones emocionales y completar o sustituir el programa de comportamiento congénito primario, como el deseo o la lucha por formas de comportamiento aprendidas y civilizadas como el flirteo o la ironía. Lo que hagamos con nuestras emociones, el hecho de manejarlas de forma inteligente, es un componente clave de nuestra inteligencia emocional.

Utilizar el potencial existente”Un 10 por 100 de inspiración, un 90 por 100 de esfuerzo", esta sentencia popular da en el clavo: un elevado cociente intelectual, por sí solo no nos convierte ni en el primero de la clase, ni en el Premio Nobel. Los verdaderos buenos resultados requieren cualidades como la perseverancia, disfrutar aprendiendo, tener confianza en uno mismo y ser capaz de sobreponerse a las derrotas.

Saber ponerse en el lugar de los demás.  Los estudios sobre la comunicación parten de la base de que alrededor del 90 por 100 de la comunicación emocional se produce sin palabras. La empatía ante otras personas requiere la predisposición a admitir las emociones, escuchar con concentración  y ser capaz también de comprender pensamientos y sentimientos que no se hayan expresado verbalmente. Ser capaz de ponerse en el lugar del otro de forma efectiva, de intentar sentir lo que siente, ver el mundo como el lo ve.

Crear relaciones sociales.  En todo contacto con otras personas entran en juego las capacidades sociales: en el trato con los clientes, en la discusión con la pareja, en las relaciones padres e hijos. Que tengamos un trato satisfactorio con las demás personas depende, entre otras cosas, de nuestra capacidad de crear y cultivar las relaciones, de reconocer los conflictos y solucionarlos, de encontrar el tono adecuado y de percibir los estados de ánimo del interlocutor.

jueves, 5 de junio de 2014

EMOCIONES E INTELIGENCIA.






La mayoría de los profesionales tienen muy desarrollada la consciencia de lo que vale su tiempo. Es decir, que cualquier cosa que hagan, casi siempre le produce la sensación consciente o subconsciente de que ese tiempo y esfuerzo que le dedican es a expensas de muchas otras cosas que podrían y deberían estar haciendo.

Una de las consecuencias perniciosas que sufren los directores a raíz de la incesante demanda de su tiempo es que tienden a confiar casi exclusivamente en el mundo de los hechos y de la razón. Los sentimientos les parecen un fenómeno incontrolable.
Sin embargo, esta demostrado que la confianza, la lealtad, la dedicación y muchos otros factores fundamentales que impulsan la productividad e innovación, así como los logros personales, de equipos y organizaciones pueden atribuirse a los sentimientos correctamente controlados.
Los líderes en todo el mundo se están percatando de que en algunos casos el prestar atención a los sentimientos ayuda a ahorrar tiempo, aprovechar más oportunidades y concentrar las energía en la consecución de mejores resultados.
Las mas tecientes investigaciones sugieren que muchas de las mejores decisiones, de las organizaciones más dinámicas y de vidas más realizadas y colmadas de éxito se deben en parte a eso que hoy denominamos inteligencia emocional, junto con los aspectos de la inteligencia práctica y creativa que le son afines, y no únicamente al cociente de inteligencia ni a la pura capacidad mental.
Los sentimientos y emociones no sólo son los fundamentos del saber intuitivo. También nos suministran, a cada instante, de forma permanente, dia tras dia, datos potencialmente aprovechables. Pero no basta con tener los sentimientos y emociones. Es necesario saber reconocerlos y apreciarlos, tanto en uno mismo como en los demás, así como reaccionar a ellos correctamente. Las personas que saben hacerlo utilizan esta capacidad, su inteligencia emocional, que es la capacidad para sentir, entender y aplicar eficientemente el poder de aquel cúmulo de emociones del cual mana parte de la fuerza, de las informaciones, de la confianza, creatividad e influencia sobre los demás que anima al hombre.